Velatropa, la ecoaldea espiritual y sustentable escondida en la Ciudad (Infobae 04/04/16)

Diario Infobae – 04/04/16

Por: Karina Deschamps kdeschamps@infobae.com

A metros de Ciudad Universitaria existe un mundo paralelo: menos material y más espiritual. Profesores y estudiantes de Ciencias Naturales de la UBA hicieron de la ex Villa Rosa de Núñez, una reserva ecológica con casas de adobe, viveros y huerta propia. Allí, vale más ser que tener.

Crédito: Adrián Escandar

“El ser vale más que el tener”, dice uno de los letreros que marcan el camino de entrada. Esa quizá sea una de las principales filosofías de quienes pasan alguna vez por Velatropa, la ecoaldea hippie, espiritual y sustentable que pese a estar a metros de Ciudad Universitaria se esconde de la vorágine porteña. “Vivir no es necesariamente estar dentro del sistema”, reza una de las mandalas que cuelgan de las casas de adobe que desde hace años son construidas por estudiantes de Ciencias Naturales y de Arquitectura de la UBA.

La gente que pasa por la aldea y elige vivir en comunidad, construir las viviendas que van a habitar y cultivar lo que van a comer, entiende que la vida “no pasa por tener más bienes materiales, sino por aprender a vivir con lo menos posible, cosechando momentos y alcanzando la felicidad”, cuentan. El proyecto, que arrancó después del desalojo en 2006 de los travestis y narcos de la ex Villa Rosa de Núñez, fue una idea que tuvo un profesor para frenar la poda de árboles y extinción de aves para la construcción de más estacionamientos universitarios.

En estos terrenos todos son bienvenidos si la finalidad es la misma: respetarse, cuidar la Pachamama y alcanzar la paz en comunidad. “Velatropa es un parque natural y un centro de experimentación que busca formas alternativas de encarar nuestro rol en el Planeta”, contó un chileno que hace tres semanas se instaló en el lugar y que está ayudando a Nahuel Ávila –uno de los más antiguos del lugar- a construir el techo de una de las casas de cañas que cuelgan de los árboles.

“Desde lo cotidiano hasta lo práctico, técnico y filosófico se abordan las esferas del conocimiento en búsqueda de un desarrollo sustentable, social, y sobre todo, didáctico. Nuestro fin es ser un ejemplo y una visagra entre la forma de vida globalizada y urbana y la localizada y rural. Sin llegar a ser ni una ni la otra brindamos la posibilidad de participación en la construcción de un porvenir más justo con la naturaleza y sus, incluyéndonos, moradores”, explica el sitio oficial de Velatropa.

Hay mas de cuatro viviendas de barro.

En este predio solo hay electricidad de noche. Los únicos que comen carne son los dos perros del lugar que cazan nutrias en el río, juegan por los pastizales y vigilan el predio. Los demás son todos veganos y preparan hasta el queso de la pizza. La tierra se trabaja y se cultiva el alimento. No hay internet ni smartphones ni TV. Solo se contempla la naturaleza, el sonido de los pájaros y los aviones de Aeroparque que irrumpen la serenidad con sus despegues y aterrizajes.

Lo distintivo de esta ecovilla es que –a diferencia de otras- sus miembros son transitorios y en su mayoría extranjeros. “Acá no hay líderes. Esto es una organización horizontal”, insiste un joven que trabaja la huerta bajo el rayo penetrante del sol. A su lado y en cuero está Auca, uno de los integrantes más respetados de la comunidad e hijo de Mapuches. Hombre de pocas palabras, rasgos marcados y raíces aborígenes. Con machete en mano, trabaja la tierra y solo responde a sus compañeros. A veces –cuentan- Auca invita a comer a aborígenes de los Qom y juntos hacen ceremonias de agradecimiento a los dioses y la Pachamama.

Simón es uno de los más grandes de la comunidad. De sus 50 años, más de 20 los vivió en distintas ecoaldeas de América Latina. Hoy en día, solo va a Velatropa de día para ayudar con los viveros (hay dos), la preparación de la comida y la construcción de casas de adobe, madera y caña. La mayoría de los mensajes de aliento espiritual y autoayuda grabados en piedras son de su autoría, algunos otros son citas de canciones y fragmentos de la Biblia. Su buena energía contagia el lugar y es uno de los mejores anfitriones para recorrer la aldea. “El vivero es lo que más me gusta porque con los cursos gratuitos que dictamos, atraemos gente sana interesada en la naturaleza”.

Los miembros de Velatropa trabajando en la huerta.

Él explica a la perfección los riesgos que corren los habitantes de la ecoaldea al ser de entrada libre y abierta a la Ciudad. “Acá puede venir cualquier persona: un ex adicto, gente de la calle, pero hay normas de convivencia que se deben respetar y cumplir. Acá no se consume ni alcohol ni drogas y si una persona viene fuera de sí, no es bien recibida. Cuidamos mucho que no venga gente con malas intenciones. Nos defendemos entre todos”, explica Simón. “Intentamos que la gente deje afuera todas las cosas negativas y destructivas del ser humano como la violencia y los vicios. Pero como acá hay muy buena energía, por lo general atraemos gente sana e interesada en la naturaleza. La unión hace a la fuerza”, agrega Nahuel.

Algo similar resalta Simón: “La aldea pasó por muchos procesos, ya que antes acá hubieron dos villas. Pasaron muchos grupos diferentes de personas y hace unos años nació esto intentando que sea un colchón de amortiguamiento de la reserva ecológica: se hace permacultura, reciclaje y huerta, y se trata de vivir más en paz y en armonía con la naturaleza y todos los seres que la componen. También hay una biblioteca, un taller de reciclado de bicis, huerta, taller de arte y convergencias como festivales con bandas y ferias gratuitas de plantas medicinales, arroz integral”. El proyecto cada día crece más y es más respaldado por las ONG como Un árbol para mi vereda.

“Siempre en la aldea hay alrededor de 30 personas que van rotando. Cualquiera puede venir a visitarla. Es de libre acceso y gratuito. Para vivir acá, se dan pasantías de una semana o dos y se evalúa si las personas se sienten bien con la convivencia en comunidad. Vienen muchos grupos de la facultad de naturales y arquitectura”, precisa Nahuel y muestra el vivero que fue construido con pallets por alumnos de esa carrera. “Los sábados damos talleres de árboles y pájaros nativos que están en extinción y muchos otros”, dice.

“La mayoría somos artistas y algunos estudian. Acá estudiamos la vida, aprendemos del universo, el calendario maya, la naturaleza, la convivencia. Hay otros que son artesanos, malabaristas, músicos pero salen a trabajar cuando es necesario porque no se trabaja todo el tiempo. Intentamos aprender más de la vida y la naturaleza. Cada Equinoccio lo celebramos con fogones y comidas grupales”, detalla Nahuel.

Una de las casas colgantes de arbol en construccion.

John es chileno. Llegó a la ecoaldea porque le contaron que “estaba muy buena”. “Nos bañamos con agua fría y las duchas son bonitas. De hecho, tienen mensajes por todas partes que son inspiradores para que cuando le gente se duche, los lea”. José Álvaro, su compañero de viaje, dice que la experiencia es hermosa y que el contacto directo con los colores de la naturaleza y los sonidos de los pájaros hace que todo sea especial. “Las construcciones son espectaculares y son abiertas porque están pensadas para que la gente nos visite. Es bien bonito”, afirma.

Los miembros de Velatropa cocinan juntos y comen en círculos; lavan la ropa a mano y crearon una heladera que funciona con arena y macetas que se recargan con agua de lluvia. Tienen un horno que funciona con paneles solares y una sola canilla con agua potable que les proporcionó la UBA. No obstante, reconocen que aún no llegan a ser totalmente autosustentables y que por eso se organizan para ir a las verdulerías y recuperar lo que muchas veces se tira porque “no está lindo para la venta”.

José Álvaro destaca por sobre todo la contención espiritual y el diálogo grupal que impulsa a la gente a enriquecerse interiormente. “Tolera, escucha, conversa”, sugiere otro de los mensajes resaltados en el refugio de invierno de adobe, que agrupa colchonetas para meditar, libros, un horno de barro, y una galería de arte donde los visitantes dejaron obras y que está empapelado con mensajes y dibujos de agradecimiento.

Cada Equinoccio se realiza un fogon gratuito donde se habla de temas espirituales y se cena en grupo.

Gaia, la primera ecovilla de Buenos Aires

Está a 110 kilómetros de la localidad de Navarro. Fue creada en 1992 por Silvia Balado y Gustavo Ramírez, activistas ecológicos que buscan difundir la filosofía de la India del Hatha Yoga que busca estar en permanente armonía con la mente. A diferencia de Velatropa, en Gaia las visitas no son gratuitas y se programan únicamente los fines de semana. Además, la Asociación no aloja de manera transitoria sino que solo viven allí miembros de la ecoaldea que se encargan de la agricultura, la bioconstrucción, la generación de energía y de los cursos que se dictan.

Reclamo por la reserva de la Costanera Norte

Legisladores opositores y autoridades de la UBA recorrieron el predio

La Nacion, 17-9-2014

http://www.lanacion.com.ar/1727800-reclamo-por-la-reserva-de-la-costanera-norte

Un grupo de legisladores porteños de la oposición recorrió ayer el predio que conforma la Reserva Ecológica de la Costanera Norte -situada detrás de la Ciudad Universitaria-, que aún no cuenta con un plan de manejo. El espacio verde, de 18 hectáreas, fue declarado reserva natural por la ley 4467 en diciembre de 2012.

“La ley establecía que en 90 días el gobierno de la ciudad y la UBA tenían que firmar un convenio detallando el plan de manejo de esta reserva y parque costero, que agregará 18 hectáreas de espacios verdes accesibles al público. Pero nada de eso ocurrió hasta ahora”, señaló la diputada porteña y presidenta de la Comisión de Ambiente de la Legislatura, María Eugenia Estenssoro.

Del recorrido también participaron los legisladores Pablo Bergel (Bien Común); Paula Penacca (FPV), José Campagnoli y Gabriela Cerruti (Nuevo Encuentro); el decano de Ciencia Exactas de la UBA, Juan Carlos Revoreda; el vicedecano de la Facultad de Arquitectura, Guillermo Bugarín, estudiantes, y miembros de organizaciones ambientalistas.

Estenssoro manifestó su voluntad de mediar para que el gobierno porteño y la UBA se pongan de acuerdo y comiencen los trabajos. “El ministro de Ambiente, Edgardo Cenzón, manifestó su voluntad de avanzar y resolver este tema. Lamentablemente, los legisladores de Pro que integran la comisión no han mostrado la misma intención y decidieron no participar de esta recorrida”, dijo.

Revoreda agregó: “Queremos poner nuevamente este tema en agenda”, y recordó: “La intención de recuperar este espacio viene desde el siglo pasado, ya que iniciamos las conversaciones en 1998”.

Según la ley, en el nuevo espacio está prohibida “cualquier obra o acción humana que degrade la biodiversidad, que estará destinada a trabajo científico y visitas guiadas para aquellos que lo deseen”.

Según un relevamiento realizado por investigadores, docentes y alumnos de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA, en la reserva hay más de 200 especies de plantas y un número similar de animales.

Tan cerca, tan lejos – Reseva de Ciudad Universitaria

Después de ocho años de obras detenidas y deterioro, diputados porteños demostraron su interés para que se concrete la Reserva Ecológica Ciudad Universitaria. El decano Reboreda recibió el martes pasado a los legisladores en plan de impulsar las obras y hacer viable el convenio entre la UBA y la Ciudad requerido por la ley de 2012 que creó la reserva. Exigió que el tema entre en agenda del gobierno porteño.

Cable 849, FCEyN, UBA – http://www.fcen.uba.ar/prensa/cable/2014/pdf/Cable_849.pdf

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Hoy es algo así como un gigantesco terreno baldío con grandes sectores de cemento que la vegetación se va encargando de recuperar para su bando sin prisa ni pausa. De un lado, Ciudad Universitaria. Del otro, el Río de la Plata. El jamón del medio es un terreno de más de 17 hectáreas con gran potencial para actividades de educación ambiental y esparcimiento de los porteños y, por qué no, de los vecinos bonaerenses. Con gran potencial pero hoy inaccesible, descuidado, sucio, sólo atravesado, a costa de romper alambrados, por algunos pescadores costeros y válido como refugio para un grupo de sin techo que fundaron un pequeño asentamiento.

Ese lugar verde y costero que fuera proyecto de parque natural, tentador en tardes de sol, resulta inutilizable para los habitantes de Buenos Aires y para los estudiantes y trabajadores de Ciudad Universitaria, que sólo pueden verlo desde las ventanas de los pisos superiores de los pabellones vecinos.

Con obras paralizadas desde 2008 pero con estatus de “Reserva ecológica”, otorgado por la legislatura de la Ciudad de Buenos Aires en diciembre de 2012 a través de la ley 4.467, el proyecto costero mostró en estos días indicios de impulso político. El martes 16, un grupo de legisladores porteños recorrió el lugar acompañado por integrantes de diversas ONG. El decano de Exactas UBA, Juan Carlos Reboreda, fue el anfitrión del paseo por lugares habitualmente inaccesibles y, posteriormente, expuso en la sala del Consejo Directivo sobre la historia y situación actual del proyecto de reserva ecológica. Involucrado desde el vamos en la problemática del área, Reboreda indicó, frente a los legisladores, que “la idea es poner en agenda del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires este tema y ver si logramos que, después de este lapso de ocho años, se termine el parque natural y podamos utilizarlo”. Los legisladores, encabezados por la presidenta de la Comisión de Ambiente de la Legislatura, María Eugenia Estenssoro, después de la charla con las autoridades de la Facultad, volvieron a llevar ayer el tema a la Comisión (ver recuadro “El parque y los legisladores”).

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Durante la reunión que se llevó a cabo en la sala del Consejo Directivo, Reboreda expuso la historia y situación actual del proyecto de reserva ecológica. “La idea es poner en agenda del Gobierno de la Ciudad s este tema y ver si logramos que, después de este lapso de ocho años, se termine el parque natural y podamos utilizarlo”, afirmó.

Largos ocho años

La historia (más reciente) del lugar indica que en el año 1998 se iniciaron conversaciones entre representantes de las facultades de Ciencias Exactas y Naturales y de Arquitectura, Diseño y Urbanismo y el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. Para esas dos facultades de la UBA, el sector en cuestión, pegadito a sus edificios, resultaba de gran interés por su utilidad como zona de esparcimiento para la comunidad de Ciudad Universitaria y para actividades de docencia e investigación, además de ser un espacio que merece ser conservado. Para la Ciudad, el interés pasaba por brindar un nuevo predio de cara al río para los vecinos. Alineados los planetas, Exactas, Arquitectura y el Área de Gestión de la Ribera de la Ciudad articularon un concurso de ideas que implicaba generar tres sectores: el Parque de la Memoria, la Plaza de la Concordia y el Parque Natural Ciudad Universitaria. En 1998, el estudio del arquitecto Tito Varas ganó el concurso y el Gobierno de la Ciudad inició el largo proceso de licitación. En 2006, el Parque de la Memoria estaba avanzado y los obradores se instalaron en lo que se planificaba como futuro Parque Natural. Y había plazo y promesa: en 2008 estarían las obras concluidas.

En 2006, por gestión de la entonces ministra de Derechos Humanos de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, la actual diputada Gabriela Cerruti (quien también estuvo presente en la recorrida del martes), se acordó la relocalización de los más de 200 habitantes de un asentamiento que ocupaban un sector interior del predio. Una vez que se reubicó el asentamiento, comenzaron las obras. El proyecto preveía una zona costera parquizada, de acceso público; un anillo interior, también público, semiparquizado con especies nativas, y un sector central destinado a la conservación, con senderos sobreelevados que permitieran el acceso a la zona del humedal con un mínimo impacto del área a conservar. Escolleras, muelles y el esqueleto de hierro de un puente; las obras que se desarrollaron durante 2006 arrojaron ese saldo que, hasta ahora, es el definitivo. Al año siguiente, con el cambio de gobierno en la Ciudad, se desarticuló el Área de Gestión de la Ribera. Reboreda indicó al respecto que “se calcula que había un 70 por ciento de obra finalizada, que implicaba principalmente la obra civil de la costa. Quedaba pendiente el tema del parquizado”. A duras penas se concluyó, en 2008, el Parque de Memoria, empujado por la presión de los organismos de Derechos Humanos, y ahí terminaron las obras. Asimismo, el decano comentó que “en aquel momento hubo conversaciones, entre 15 y 20 reuniones, que juntaron a representantes de Gestión de la Ribera, de la UBA y de ONG y se elaboró, en forma consensuada, un plan de manejo para el parque natural”. Pero desde 2007 hasta fines de 2013 no ocurrió prácticamente nada. O nada bueno: el predio comenzó a utilizarse como sumidero de adoquines y se construyó una planicie de cemento que no estaba prevista en el proyecto inicial. A fines del año pasado, se generó un asentamiento precario, como señal del retroceso en el uso planificado del lugar.

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El martes 16, guiados por Reboreda, un grupo de legisladores porteños integrantes de la Comisión de Ambiente de la Legislatura junto con integrantes de ONG ambientalistas recorrió el paseo hasta lugares habitualmente inaccesibles. Estuvieron presentes María Eugenia Estenssoro (SUMA+), Pablo Bergel (Bien Común), Paula Penacca (Frente para la Victoria) y José Campagnoli y Gabriela Cerruti (ambos de Nuevo Encuentro).

La hora de la nueva ley
La ley 4.467 de diciembre de 2012, crea en su artículo primero la “Reserva Ecológica Ciudad Universitaria-Costanera Norte.” y en su artículo 5 dice que “La administración y la gestión de la Reserva Ecológica Ciudad Universitaria -Costanera Norte serán objeto de un Convenio Específico a celebrarse entre la Universidad de Buenos Aires y el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires”. Este convenio debía concretarse en un plazo de 90 días
desde la sanción de la Ley pero el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires no convocó a la UBA para tal fin. “Entiendo que hoy estaría la voluntad política por parte del Gobierno de la Ciudad para avanzar con este convenio y definir cómo se va a gestionar la reserva. “Nuestra propuesta es que se cree un consejo ejecutivo, con igual número de representantes de la UBA y del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, que designe un director y que supervise su gestión”. La diputada Estenssoro, durante la visita, en referencia a los diputados de la comisión de Ambiente, indicó: “decidimos darle seguimiento a este tema porque, como saben, la legislatura votó una ley en 2012 que establecía que la Ciudad debía convocar a la universidad a firmar un convenio para el manejo de la reserva-parque en un plazo de 90 días, cosa que hasta ahora no ha ocurrido. Nos interesa monitorear este proceso para que llegue a buen puerto y no se destruya todo lo que se ha avanzado.”

Cerrando su presentación para dar paso a opiniones y consultas de los legisladores y los demás presentes, Reboreda remarcó que el predio “podría ser utilizado durante la semana por los estudiantes y durante los fines de semana por el resto de los ciudadanos. Estamos perdiendo un sitio que tiene un gran valor educativo. Se da la combinación de que hay un ambiente seminatural que se puede restaurar y, al lado, una facultad con una carrera de Biología, con estudiantes que podrían desarrollar actividades de educación ambiental para colegios, pequeños proyectos de investigación y prácticos de algunas materias de la carrera de Biología. Además, nos estamos privando de un área de recreación que, posiblemente, sea una de las principales que tienen los habitantes de la ciudad de Buenos Aires”.

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Acordaron avanzar en la construcción de la Reserva Ciudad Universitaria

La presidenta de la Comisión de Ambiente de la Legislatura porteña, María Eugenia Estenssoro, destacó que “hay voluntad de trabajar en conjunto y de concretar el sueño de muchos, que es abrir la ciudad al río y hacer una costa más accesible”.
177La Comisión de Ambiente de la Ciudad se reunió para avanzar en la concreción de la firma del convenio entre el Gobierno de la Ciudad y la Universidad de Buenos Aires para la apertura del espacio denominado Reserva Costanera Norte/Ciudad Universitaria, creada mediante la ley 4467 en diciembre de 2012. Para ello, convocaron a funcionarios, representantes de la UBA y especialistas en temas ambientales. Asistieron como representantes del ejecutivo porteño Rodrigo Silvosa, subsecretario de Mantenimiento y Nicolás Quntana, director General de Espacios Verdes.La legisladora María Eugenia Estenssoro resaltó “el avance obtenido en el marco de la comisión en cuanto a la firma del convenio entre la UBA y el Gobierno de la Ciudad para concretar la apertura del predio Reserva Costanera Norte de Ciudad Universitaria””Veo voluntad de trabajar en conjunto para revalorizar la costa incluyendo la mirada quienes trabajaron tanto tiempo en este tema”, agregó. “Estamos muy cerca de concretar el sueño de muchos que es abrir la ciudad al río y hacer una costa más accesible”, concluyó Estenssoro.

Por su parte,el subsecretario de Mantenimiento de la Ciudad, Rodrigo Silvosa señaló que “queremos recuperar este espacio con el mismo modelo que implementamos en la costanera Sur, trabajando con las organizaciones de la sociedad civil”. “En estos día estamos teniendo un diálogo más fluido con la UBA, por lo tanto descarto que estamos muy cerca de firmar el convenio y el año que viene inaugurar el predio”.

A su turno, el director General de Espacios Verdes, Nicolás Quintana destacó que “no se requiere mucho presupuesto para la puesta en valor pero tal vez si en mantenimiento, seguridad, habitabilidad y equipamiento. El próximo 1° de octubre nos reuniremos con la UBA para ultimar detalles para la firma del convenio, tomando como base el plan presentado en 2007”.

Además, se refirió a las personas que habitan el predio afirmando que “junto a Desarrollo Social nos ocuparemos de su relocalización”.

Participaron de la reunión los legisladores Pablo Bergel, Agustín Fochieri, Paula Penacca, Gabriela Seijo, Cecilia De La Torre y Diana Martinez Barrios.

El diputado Bergel (Bien Común) reclamó que la reserva “se mantenga de la manera más natural” y solicitó que se estudie la posibilidad de “sacar todo el cemento que afecte al desenvolvimiento de la naturaleza”. Paula Penacca (FPV) solicitó a los funcionarios que mantengan informada a la comisión en cuanto a los avances en la implementación de la ley.

El martes pasado, los integrantes de la Comisión de Ambiente, recorrieron el predio afectado a la Reserva Ecológica Ciudad Universitaria -Costanera Norte- a los efectos de interiorizarse sobre el estado de avance del sitio protegido y escuchar las opiniones e inquietudes de las autoridades de la Universidad de Buenos Aires (UBA). Fueron recibidos por el Decano de la Facultad de Ciencias Exactas, Juan Carlos Revoreda; el vice Decano de la Facultad de Arquitectura, Guillermo Bugarín, y por un representante del Rector de la Universidad de Buenos Aires, Alberto Edgardo Barbieri; quienes los acompañaron en la recorrida.

En la sesión ordinaria del jueves 13 de diciembre de 2012 mediante la sanción de la Ley N° 4467 se creó la reserva cuyos límites son: al suroeste, el muro de contención de la Ciudad Universitaria; al sureste, el muro de gaviones que contienen el espejo de agua; al nornoreste, el área zonificada como Urbanización Parque; y al nor-noroeste la desembocadura del Arroyo White. La norma indica que el Plan de Manejo deberá tomar como base el elaborado en el año 2007 por la UBA, el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires y diversas Organizaciones No Gubernamentales. Además, prohíbe alterar la Reserva Ecológica por impermeabilización de su superficie o con excavaciones, rellenos, desmontes o por cualquier otra obra o acción humana que degrade la biodiversidad de la zona, de acuerdo con lo establecido en el Plan de Manejo.

La Legislatura porteña aprobó crear la segunda reserva ecológica

Diario Perfil –  24/08/2013

La Ciudad tendrá su segunda reserva ecológica. Serán doce hectáreas ubicadas en Costanera Norte, justo al lado de Ciudad Universitaria, y se sumará a la que ya existe en Costanera Sur.

La mayor parte estará destinada a la protección de la flora y la fauna autóctonas y a la investigación científica, pero aproximadamente un tercio del lugar será convertido en un parque público frente al Río de la Plata.
El proyecto, del diputado Adrián Camps (Partido Socialista Auténtico), fue aprobado el viernes por la madrugada, casi al final de la maratónica última sesión legislativa del año.

El área protegida estará delimitada por el muro de contención de Ciudad Universitaria, la calle de acceso a la desembocadura del arroyo Vega, el Parque de la Memoria y el Arroyo White.

La idea es que la nueva reserva forme parte de un “corredor verde costero” compuesto por otras áreas de importancia ecológica que van desde Avellaneda y Quilmes hasta Vicente López, pasando en la Ciudad por la Reserva Costanera Sur y el Parque Tres de Febrero.

Todo ese trayecto es utilizado por garzas, macaes, gallaretas y otras aves cuando migran.

“Va a permitir preservar un ecosistema que es único, y además, incorpora un importante sector de uso público sobre el Río de la Plata para que todos los ciudadanos puedan tener un nuevo acceso a la costa”, explicó Camps.

La península donde estará ubicado el parque se formó hace más de cuarenta años con escombros de la Ciudad y según un estudio de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA alberga hoy cerca de 200 especies de plantas y un número similar de animales.

Además de preservar el ecosistema, el objetivo es evitar que se pueda construir sobre esos terrenos para que sigan absorbiendo el agua de lluvia, algo crucial para reducir las inundaciones en la zona norte. Por eso, quedó expresamente prohibida cualquier modificación del suelo que impermeabilice la superficie.

La ley fue consensuada entre los diputados, varias ONG y el Ministerio de Ambiente y Espacio Público. Para terminar de definir sus alcances, hace diez días se reunieron el titular de esa cartera, Diego Santilli, miembros de la comisión de Ambiente de la Legislatura y autoridades de la Universidad de Buenos Aires, que prestaron asesoramiento técnico. Entre los tres grupos decidirán en conjunto la forma en que se administrará el lugar.

Mientras esperaban la aprobación de la ley, varias organizaciones ya venían trabajando en el nuevo espacio verde. Una de las más activas fue la aldea ecologista Velatropa, que también está ubicada en Ciudad Universitaria.

Durante el último año sus militantes, mucho de ellos estudiantes de la UBA, se reunieron para elaborar planes, plantaron flora autóctona, delimitaron senderos y cuidaron los árboles existentes.

Referencia: http://www.perfil.com/ediciones/sociedad/-201212-736-0058.html

Una eco-aldea a media hora del Obelisco revive el sueño hippie

Diario Perfil – Josefina Hagelstrom | 24/08/2013

Una decena de personas cultiva, hace yoga y talleres e intenta vivir en armonía con la naturaleza, detrás de uno de los pabellones de la Ciudad Universitaria de la UBA. Galería de imágenes.

En el pabellón 5 de Ciudad Universitaria hay una aldea. Allí, donde terminan los edificios a cuyas aulas asisten miles de estudiantes, un grupo de 15 personas vive en un entorno natural, en contacto con la naturaleza, cosechando, acampando, reciclando. Parece inverosímil que en plena ciudad, tan cerca de una autopista y de un aeropuerto, pueda existir un lugar así. Pero no sólo existe, sino que también se sostiene.

Velatropa, como se llama la aldea, surgió primero como un experimento y se consolidó como un estilo de vida. Quienes viven ahí están de paso. Son en su mayoría estudiantes y viajeros de distintas nacionalidades. Personas que eligieron vivir de otra manera. Construyen casas de adobe y reciclan la basura para hacer compost, y con eso alimentar la tierra. Los primeros en instalarse fueron estudiantes de Biología de la UBA, preocupados por el futuro de ese espacio abandonado que iba a ser la sede de la facultad de Psicología, después un estacionamiento, y que terminó siendo un basural.

Las tierras pertenecen a la UBA, por lo que el desalojo siempre ha sido una amenaza latente. Ahora, en la tercera etapa de Velatropa, que ya cumple seis años –la primera vez que se instaló un grupo fue en los 90, después en el año 2000 y la última vez en 2007–, alcanzaron cierta estabilidad. El año pasado juntaron firmas para presentar un proyecto explicando quiénes son y qué hacen ahí, para que el lugar también forme parte de la reserva ecológica que va abrirse en Ciudad Universitaria.

Cualquiera puede entrar a Velatropa y asistir a los talleres de huerta, bioconstrucción, reciclado, macramé o anarquitectura arbórea (construcciones en los árboles). No hay jefes, y todas las tareas son compartidas. El lema es: “Ves una tarea, es tuya”. Todos limpian, construyen, cosechan. Se proponen como un centro de experimentación interdisciplinario, y se rigen por la permacultura, que implica un sistema sostenible donde el ambiente y las construcciones se integren armónicamente.

En la entrada hay un refugio hecho de adobe y basura reciclada. Allí hay una mesa, bibliotecas, una cartelera con anuncios de los talleres, una tela con artesanías –que venden a voluntad–, juegos de mesa, computadora, equipo de música, instrumentos. Todavía está en construcción, lo están pintando y terminando los revoques.

Son las 7 de la tarde del jueves, y los velatropenses resisten el frío. En una de las salas, dos personas juegan al ajedrez mientras en otra alguien dibuja y otro practica con un bajo. Guido y Juan estudian arquitectura. Con música clásica de fondo, fijan su atención en los planos en los que están trabajando. Ellos facilitan los talleres de bioconstrucción que se dan en la aldea dos veces por semana. Buscan así combinar lo que aprenden en la universidad con la experiencia vivida, convencidos de que se puede estimular un paradigma de construcción amigable con el medio ambiente. Al lado, Maxi dibuja en un cuaderno. Los muestra: son cómics que después sube a internet, para compartirlos. Es chileno, pero hace 12 años que está viajando en bicicleta.

Bicicletas hay en todos lados. Es que los velatropenses no están todo el día en la aldea. Algunos incluso van a trabajar al microcentro y vuelven por la tarde. También tienen un panel solar y una canilla de agua corriente que les cedió la UBA.

Hacen encuentros con cada luna llena, donde debaten cómo se sienten y hacia dónde van. También hacen festivales, a los que puede asistir cualquiera. Hace un mes celebraron los seis años de la aldea. En las huertas que armaron en tierras que eran escombros se pueden encontrar alcauciles, bananos, cebolla, apio, paltos, acelga, mora. “Hay plantas que recién están empezando a crecer y van a tardar años en dar frutos. Hay flores medicinales. El autosustento es un proceso”, explica Sacha, un velatropense.

Quieren que algún día el lugar se convierta en un bosque frutal, donde los estudiantes puedan acercarse a estudiar y disfrutar de la naturaleza. Algunas cátedras de arquitectura llevan a sus alumnos a charlas ahí, o los velatropenses van a sus clases a contar experiencias. También las escuelas pueden organizar paseos para que los alumnos vean ejemplos concretos de ecología y sostenibilidad que puedan aplicar en la práctica cotidiana.

Velatropa es una experiencia compleja, y está abierto a cualquiera que quiera saber de qué se trata.

Referencia http://www.perfil.com/sociedad/Una-eco-aldea-a-media-hora-del-Obelisco-revive-el-sueo-hippie–20130824-0014.html

Reserva ecológica en Ciudad Universitaria

Un tesoro verde en el medio de la ciudad

Por Vanesa Ades y Malena Maroli

Un enorme espacio aledaño a la FCEN que podría convertirse en reserva ecológica, con un gran potencial para recreación y fines académicos.
Detrás del Pabellón II de la Ciudad Universitaria, edificio de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales (FCEN), se esconde una franja ribereña denominada “península de la Ciudad Universitaria”. Como el resto del terreno de la zona, la península es de origen antrópico: se formó hace más de cuatro décadas con tierras de relleno y escombros, y los procesos naturales que actúan desde esa época han posibilitado la colonización de ese espacio por una amplia diversidad de especies vegetales y animales. Gran parte de las especies vegetales que allí se radicaron provienen del ambiente del Delta del Río Paraná, muy cercano, y han sido dispersadas por el Río de la Plata. Un relevamiento del año 2007 llevado a cabo por investigadores, docentes y estudiantes de la FCEN, indica que allí existirían más de 200 especies de plantas vasculares y un número similar de especies de vertebrados. Esta diversidad biológica constituye parte importante del acervo de este sitio, con un gran potencial educativo y de conservación de especies en su ámbito original. Pero no todas son buenas noticias, también se encuentran ampliamente distribuídas especies vegetales exóticas, como el paraíso, café del río, el ligustro y la ligustrina.
No mucha gente conoce la existencia de este parque, aunque se encuentra dentro del barrio de Nuñez (Comuna 13), a metros del estadio Monumental de River Plate. La mayor parte de los vecinos de la zona ignoran su existencia por completo, y de los estudiantes que saben que hay una reserva, muchos piensan que ésta es lo que llamamos “El Pantano”, cuando ésta zona no forma parte del terreno de la reserva. Lo que sí forma parte de la reserva se encuentra del otro lado de la laguna.
Para ser considerado reserva ecológica, un terreno debe tener una zona de conservación, o núcleo; una zona tampón, o buffer; y finalmente, una zona exterior de transición, donde se fomenten y practiquen actividades sustentables. Como este hecho no es de amplio conocimiento, vemos necesario llevar a cabo una gran tarea de concientización y difusión destinada a los vecinos del barrio y la Ciudad, y sobre todo a la comunidad que cotidianamente habita la Ciudad Universitaria, que es la que en principio gozará de los beneficios de contar con una reserva natural. Un punto interesante de esta reserva, es que no sólo la disfrutará el público en general teniendo acceso a la naturaleza, sino que tendrá otros beneficiados, los estudiantes de la carrera de biología, y sus investigadores, dado que es un espacio que se puede utilizar tanto para prácticos de diferentes materias, como para investigación. Además, puede ser de utilidad para otras carreras de la FCEN y la FADU, como Geología, Química, Paisajismo, entre otras.
El proyecto de ley que denota a esta área como reserva ecológica comenzó a gestarse hace varios años, obteniéndose en el año 2007 un plan de manejo, realizado en conjunto por  el gobierno de la CABA (por la que se denominaba Área de Gestión de la Ribera), representantes de FCEN y FADU, y varias ONGs. Sin embargo, durante ese año el proyecto no prosperó; quedó trunco y se vio la parálisis de las construcciones. Por un tiempo no hubo nuevas noticias al respecto. En el año 2010 se abrió otro capítulo de esta historia, cuando se comenzó a redactar un nuevo proyecto de ley, con autoría del legislador Adrián Camps, del Partido Socialista Auténtico en el Movimiento Proyecto Sur.
En esta nueva versión del proyecto se incluyó, dentro del Consejo Asesor con carácter consultivo (gracias al trabajo constante de un grupo de estudiantes de la FCEN), a un representante por cada uno de los Consejos Departamentales (CODEPs) de Ecología, Genética y Evolución (EGE), y de Biodiversidad y Biología Experimental (BBE). De esta manera los biólogos tendremos injerencia en los asuntos relacionados con la gestión de este espacio natural.
Una serie de acontecimientos importantes comenzaron con la denominación de Área de Reserva Ecológica, lo que se logró el 3 de junio de 2010. Luego, el proyecto pasó a la Comisión de Ecología, siguiendo por la de Planeamiento Urbano, para llegar a ser votada y aprobada por los legisladores porteños en la sesión del 1 de diciembre 2011. Ahora, los pasos que siguen son dos: la audiencia pública, que como el nombre lo indica, es abierta al público para que todos tengan la oportunidad de participar y aportar sus ideas; y finalmente la segunda votación por parte de los legisladores, esta vez con las modificaciones realizadas después de la audiencia pública.
La audiencia pública se llevará a cabo el 24 de abril en la Legislatura de Buenos Aires. Invitamos a toda la comunidad universitaria a que se informe sobre el tema y participe de la misma, para unir fuerzas en pos de ganar este nuevo espacio, la segunda reserva ecológica de la Ciudad de Buenos Aires. No sólo como un espacio verde, muy necesario en esta gran ciudad, sino también por su gran potencial valor en la concientización sobre el uso sustentable del ambiente por parte de toda la sociedad. Es la oportunidad para conseguir un espacio que una la brecha entre las ciencias naturales y la sociedad, y no hay que desaprovecharla.

Para más información visiten: http://recostaneranorte.blogspot.com/

Referencia:

  • http://www.revista-adn.com.ar/2012/03/reserva-ecologica-en-ciudad.html

La Ciudad, más cerca de tener su segunda reserva ecológica

Se aprobó en primera instancia el proyecto que presentó el diputado de Proyecto Sur, Adrián Camps, para crear una reserva ecológica en Costanera Norte, en terrenos aledaños a Ciudad Universitaria. “Permitirá a los porteños proteger y conservar nuestro patrimonio natural, además del beneficio de aliviar los efectos de la carga humana en la Ciudad”, festejó el legislador.

En la sesión de este jueves, la Legislatura aprobó varios proyectos interesantes que pasaron desapercibidos por la opinión pública debido a los incidentes y la polémica que generó el proyecto de modificación de las Juntas de Clasificación Docente. Uno de ellos fue el que presentó el diputado de Proyecto Sur Adrián Camps para crear una nueva reserva ecológica en terreno porteño, y que ayer recibió su aprobación en primera lectura.

La iniciativa propone la creación de la “Reserva Ecológica Costanera Norte” en terrenos aledaños a la Ciudad Universitaria con el objetivo de que los porteños tengan otro espacio verde donde esparcirse de forma libre y gratuita.

“Esta nueva reserva permitirá a los porteños proteger y conservar nuestro patrimonio natural, además del beneficio de aliviar los efectos de la carga humana en la Ciudad de Buenos Aires”, aseguró Camps.

El Poder Ejecutivo será el responsable de elaborar el “Plan de Manejo” de la Reserva con el asesoramiento de un Consejo Asesor que estará integrado por un representante del Rectorado de la UBA, otro de la Facultad de Arquitectura (FADU,UBA), uno del Consejo Departamental de Biodiversidad y Biología Experimental (FCEN,UBA), otro representante del Consejo Departamental de Ecología, Genética y Evolución (FCEN,UBA), un representante del Consejo Consultivo Comunal de la Comuna 13 y tres Organizaciones No Gubernamentales ambientalistas, cada una de las cuales estará representada por un miembro.

El nuevo espacio verde que tendrá la Ciudad, si se aprueba el proyecto en segunda instancia, está ubicado y delimitado al suroeste por el muro de contención de la Ciudad Universitaria; al sureste, la desembocadura del Arroyo Vega y el Parque de la Memoria; al nor-noreste, la Costa del Río de la Plata y al nor-noroeste la desembocadura del Arroyo White y la sede náutica del Club Universitario Buenos Aires. [Esto no abarca el predio en el cual estamos actual y principalmente trabajando en Velatropa y también deseamos que sea reconocido como área protegida.]

“La zona tiene una gran importancia educativa y científica por su cercanía con la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA [y la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanística]. Sus alumnos podrán realizar trabajos de campo sin necesidad de realizar viajes largos y costosos, así como también los estudiantes de colegios primarios y secundarios podrán conocer y aprender sobre la flora y la fauna nativas, sin necesidad de salir de la Ciudad”, explicó también Camps, autor de la propuesta.

El proyecto del diputado de Proyecto Sur fue aprobado en primera instancia y deberá pasar por audiencia pública para luego ser sancionado definitivamente en segunda instancia.

Aquí pueden descargar el último borrador de la Ley 1385-d-10 modif. al 4-11-10

1385-D-2010 Despacho[1]

Referencia del artículo.

Más información:

Cumplir los sueños sustentables

De espaldas al consumismo, los habitantes de las ecoaldeas siembran sus alimentos, construyen sus casas y viven con conciencia ecológica. Es que se sienten parte de la naturaleza

Diario La Nación. 31 de Julio 2011. Edición Impresa.

Entre el consumo de electricidad, los traslados tanto en auto como en transporte público, los alimentos con productos químicos, las botellas y tantas otras cosas -si se tiene en cuenta cada rubro desde que uno se levanta hasta que se va a descansar- parece imposible vivir sin contaminar.

“Una familia de cuatro personas que vive en la ciudad usa, en el baño, 150.000 litros de agua por año, tanto para ducharse como para el depósito. En cambio, en los baños ecológicos los desechos líquidos y sólidos se trabajan por separado: los líquidos se vuelven fertilizantes. Tenemos tratamientos de aguas grises y las aguas del baño tienen una cámara que usamos para el regado de las plantas aromáticas. Hay un gran ahorro de agua”, detalla Thakur Das, director de Eco Yoga Park, ecoaldea de General Rodríguez, provincia de Buenos Aires, en la que viven entre 12 y 15 personas y donde, desde hace 16 años, se difunden los principios de la vida sustentable, el yoga y el vegetarianismo. Tiene, además, un restaurante orgánico vegetariano y vegano.

“El delito ecológico se comete en la góndola del supermercado, no en la vereda cuando se tira un papel. Se puede vivir muy bien sin comprar envases ni envoltorios de plástico”, asegura Antonio Urdiales Cano, dedicado al diseño, la enseñanza e investigación de la permacultura desde 1997. “La gente que come basura y bebe pintura necesita tirar envases y envoltorios. Si uno come comida y bebe bebida no genera desperdicios y no estropea la salud”, explica con vehemencia. En los cursos que dicta enseña a sus alumnos que lo importante no es separar, sino directamente no juntar. Y da un ejemplo muy claro: un puñado de yerba usada no es basura, de la misma manera que una botella limpia no es basura. La basura se genera cuando se juntan esa yerba con la botella.

Por supuesto, el tema económico puede convertirse en una traba a la hora de llevar adelante una aldea eco. “Nos estuvo costando mucho ser sustentables desde allá. Además de tener huerta y animales, también hay que tener una actividad sustentable para generar dinero. Es complejo formar una comunidad”, comenta la arquitecta Laura Frogioni, una de las fundadoras de la Asociación Civil Conciencia Comunitaria, que desde hace ocho años tiene en Cañuelas, provincia de Buenos Aires, la ecoaldea de la Comunidad Chobita.

La idea de las aldeas ecológicas nació en los años 60, cuando aparecieron las primeras comunidades y se formuló el concepto de permacultura, que consiste básicamente en la combinación de un respeto profundo por la naturaleza con la sustentabilidad económica. Según Urdiales Cano, la permacultura es una forma de vivir y trabajar que puede ser usada por todos los hombres del mundo sin causar problemas a la naturaleza ni a las personas. “Sería la casa autosuficiente que no contamina, que produce todo en forma automática, perpetua y gratuita.”

“Al usar solamente la electricidad que es generada por nosotros, uno toma conciencia directa de la energía que se gasta. En el momento de elegir la bombita para iluminar vamos a elegir la de mayor eficiencia, nosotros estamos iluminando con el sistema de LED -cuenta Silvia Balado, cofundadora, junto con su marido Gustavo Ramírez, de la Ecovilla Gaia, en Navarro, provincia de Buenos Aires-. El patrón de consumo en la electricidad, el agua y la energía en general consiste en usar lo que se necesita.”

Terapista ocupacional, Balado asegura que en la ecovilla, donde viven diez personas de entre 8 y 83 años, se considera el esfuerzo que exige cada cosa en la vida de campo. “Juntar la leña y trabajar la huerta hace que uno valore la energía personal y hace que uno haga su trabajo lo más eficientemente posible, que use la energía de la mejor manera. Esta idea atraviesa todo: el reciclaje, el uso de residuos de los baños y de la cocina como compost. Hay un sentido de reciclaje constante de la energía. En la naturaleza no hay desperdicios, ser parte de esos ciclos es interesante y uno lo ve en la vida cotidiana”, se entusiasma.

Otra ventaja es que en una ecoaldea se aprovecha más la luz del día. El sonido de los pájaros hace de despertador, y alrededor de las 22 los habitantes se duermen, entonces hay un par de horas menos de consumo energético que en la ciudad. “Entre 30 personas gastamos prácticamente la misma cantidad de electricidad, gas y combustible que una familia tipo. Casi no utilizamos medios de transporte, entonces se ahorra en consumo de nafta”, compara Thakur Das.

Las construcciones en las ecoaldeas tienden a ser bioclimáticas, de formas orgánicas, respetando las formas redondeadas propias de la naturaleza, y de materiales como madera reciclada, adobe, fardos de pasto. Los hornos de bajo consumo para cocinar y los productos orgánicos generados en la aldea son también un gran beneficio para el medio ambiente. Además, en algunos casos se venden mermeladas y alimentos artesanales a los visitantes.

En Ciudad Universitaria de la UBA, en Capital Federal, existe la aldea Velatropa, parque natural y espacio experimental interdisciplinario. “Acá trabajamos en la huerta, la vida es menos consumista y la naturaleza tiene la posibilidad de regenerar un lugar que estaba destruido”, cuenta Juan, estudiante de Diseño de Imagen y Sonido de la UBA, de 23 años, y miembro de la aldea. E invita a quienes quieran a compactar en una botella la basura que no se sabe cómo separar para acercarla a Velatropa donde son bienvenidos estos ladrillos ecológicos.

“Se puede vivir en armonía con la naturaleza, generando los propios recursos, sin cuestiones de consumismo ni de propiedad. Todos podemos hacer realidad nuestros sueños, hacer lo que creemos que hay que hacer y no esperar a que lo hagan otros”, concluye Balado.

Agenda de Bolsillo

  • Generar cambios personales ayuda a la situación general.
  • Comer alimentos naturales.
  • Una vida simple y con búsqueda interior puede ser muy satisfactoria.
  • Plantar árboles, tener una huerta.
  • Reducir el uso de medios de transporte.
  • Para aprovechar la luz natural, una buena opción es levantarse temprano y reducir las actividades nocturnas.
  • Aumentar el contacto con la naturaleza.
  • Guardar la basura de modo compacto en botellas de plástico y acercarlas a Velatropa, en el Pabellón Cinco de Ciudad Universitaria. Ellos las usan como ladrillos ecológicos.

Más información

.Luján Francos

Referencia: http://www.lanacion.com.ar/1393683-cumplir-los-suenos-sustentables